Afrontar los entrenamientos cuando toca entrenar solo…

Entrenar acompañado es fácil: hay ambiente, hay ritmo, hay pique entre compañer@s, es divertido cuándo el entreno sale bien y tienes con quien desahogarte cuando la cosa se pone difícil. Pero cuando te encuentras entrenando solo… ¡la película cambia! La piscina se siente más grande, el crono es más duro y la motivación es exclusivamente intrínseca.

A muchos nadadores nos ocurre: lugar de residencia diferente al del club, horarios complicados, compaginar con estudios o trabajo, etc. Con estas situaciones te ves haciendo tu trabajo sin nadie al lado. Ese momento puede convertirse en un freno… o en una de las mejores oportunidades para crecer.

 

 

 

Porque entrenar solo no es solo un reto físico. Es un desafío mental, emocional y de carácter. Y si aprendes a afrontarlo, te conviertes en un deportista mucho más fuerte.

 

El impacto psicológico de entrenar solo:

🔹 Falta de referencia externa

Sin compañeros al lado, no puedes comparar ritmos o sensaciones. Eso puede generar dudas: “¿Lo estaré haciendo bien?”, “¿Será suficiente este ritmo?”.

🔹 Mayor riesgo de desconcentración

La mente se dispersa más fácilmente: pensamientos, cansancio acumulado, distracciones… El silencio puede volverse un enemigo si no se sabe gestionar.

🔹 Sensación de aislamiento

Especialmente en ciclos largos, la soledad puede pesar psicológicamente. El apoyo de un grupo se nota cuando falta.

Pero aquí está la clave…

Entrenar solo también te enseña a escucharte mejor, a confiar en ti, a mantener el enfoque y a descubrir una fuerza mental que no aparece cuando todo es fácil.

Mis claves para rendir al máximo cuando me toca entrenar solo:

1. Tener un objetivo concreto para esa sesión

No vale con “entrenar por entrenar”. Antes de tirarme al agua, defino:

  • Qué voy a trabajar.
  • Por qué lo voy a trabajar.
  • Qué quiero conseguir al terminar.

La claridad te mantiene conectado.

2. Dividir la sesión en bloques mentales

No pienso en 3.000 metros… Pienso en 3 bloques de 1.000. El cerebro avanza mejor por etapas cortas.

3. Yo soy mi propia referencia

Cuando entreno solo, mi rival soy yo. Compito conmigo mismo:

  • Mejora una sensación.
  • Buscar un mejor tiempo de entrenos.
  • Responde mejor al cansancio.

4. Entrenar con atención plena

Cuando estoy solo, puedo trabajar detalles que en grupo pasan desapercibidos: el agarre del agua, la alineación, la tracción, la respiración, la sensación de deslizamiento, etc. Ese nivel de conciencia técnica vale oro.

5. Recordarme para qué estoy entrenando

La motivación no aparece sola. Se provoca. Antes de comenzar la sesión me pregunto:

– ¿Para qué estoy haciendo esto? ¿Qué quiero construir hoy? Cuando tienes claro el “para qué”, cualquier serie tiene sentido.

 

A lo largo de mi carrera deportiva he tenido muchísimas sesiones solo en la piscina, porque soy de Andújar y mi club es de Córdoba. Mi entrenadora Esperanza Jaqueti, programaba los entrenos y yo los realizaba con determinación, dándolo todo en cada metro. Desde mis inicios casi siempre entrenaba solo, por lo que me acostumbré y nunca ha sido un problema para esforzarme al máximo. Evidentemente cuándo tenía la oportunidad de entrenar con mi equipo, era muy positivo, porque podía corregir y mejorar cosas que a veces uno solo no es consciente.

Creo que entrenar solo aporta un carácter diferente al deportista, en comparación con deportistas que entrenan en equipo. Son esos entrenos silenciosos, donde nadie te ve, los que fortalecen la disciplina, el enfoque y la confianza real en tu trabajo.

Porque la soledad, bien gestionada, se convierte en un lugar donde creces, te descubres y te haces más fuerte.

Miguel Ángel Martínez Tajuelo. “Calle 6 blog de natación”.

Nadador Paralímpico y Entrenador Superior de Natación

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